domingo, 26 de junio de 2016

Guido Buffo y la observación de la Naturaleza II


Comentábamos en un capítulo anterior la relación de Guido Buffo con la naturaleza, fue entre unas rocas donde halló un ejemplar de Isondú, de 24 milímetros, lo conservó cautivado por su belleza, observando durante las noches cómo se encendían sus luces de color verde y rubí. Mientras lo estudió, realizó numerosas ilustraciones y descripciones que publicó en el Monitor de la Educación, obsequiando posteriormente al isondú al Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.

No fue esa la única donación realizada, posteriormente el 21 de enero de 1945 en su propiedad ubicada en  Unquillo, recolectó por vez primera en nuestro país un ejemplar etiquetado como Eumops sp. – Eumops dabbenei (especie de murciélago de la familia Molossidae) - que pertenece a la Colección Nacional de Mastozoología, del mismo museo, con el número MACN 49.79, era un macho subadulto que se encuentra conservado en fluido.  

Con el tiempo Guido Buffo a través de la observación y  la experimentación en contacto directo con la naturaleza transmitió  - como excelente pedagogo - que es la mejor forma de aprender y desarrollar las capacidades de estudio. Aplicándolo en  bocetos de construcciones arquitectónicas extraídas de esta; publicándolas luego  en su libro  “La Educación Estética”.

Cabe señalar que se basó en el cardo santo para la construcción de la Capilla-Templo, en los caracoles para su acústica, y en el número dorado o áureo para plasmar su críptico mensaje final, unificando como lo hicieron los grandes maestros a la naturaleza con la espiritualidad, pero esta es otra historia…que contamos en el libro “El Templo de la Transformación”.
Dibujo de seguimiento de la apertura de las hojas de una planta realizada por Guido Buffo

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